El índice de precios de los alimentos FAO ha terminado abril sin cambios sustanciales, consiguiendo interrumpir el periodo de ocho meses de alzas consecutivas. Estos precios se ven afectados por las fluctuaciones del dólar y el incremento del precio de petróleo, así como por una demanda con incrementos continuos. Teniendo en cuenta la previsión de población mundial según el Fondo de la Población de las Naciones Unidas (UNFPA) para el año 2045 situándola en 9 mil millones, habrá que prever cómo afectará a las necesidades de alimentos futuros y su precio.
Para incrementar la producción será necesario no ampliar las zonas de cultivo actual, sino mejorar los procesos y técnicas. Todo ello acompañado de la conocida escasez de agua, efectos climáticos y pérdidas post-cosecha. Para conseguirlo, la agricultura se enfrenta a diversos retos que a través de I+D+i deberán ser resueltos.
La investigación y desarrollo debe de ofrecer nuevas semillas y procesos que permitan optimizar los escasos recursos naturales con los que cuentan los agricultores. Dos factores están fuertemente presentes, la escasez de agua y la desertificación. El agua es una entrada importante para el sector que se ve abocado a competir con las grandes urbanizaciones para su uso y por su coste. Por otro lado, la desertificación viene dada por exceso de pastoreo, desforestación y prácticas deficientes de riego.
Al mismo tiempo se han de buscar nuevas fórmulas para hacer de los cultivos sistemas de producción más resistentes a las plagas, ya que se estima en un 35% la producción del cultivo mundial que se pierde a pesar de los pesticidas y otros programas. El control de las plagas no es un asunto simple, pero establecer posibles medidas de reducción del riesgo, ayudan a prevenirlas o minimizar sus efectos.
Transferir los conocimientos al sector es necesario para conseguir de los productores mejores rendimientos en los cultivos existentes y, por tanto, un aumento de la producción de alimentos.
Después de aumentar la disponibilidad de alimentos, otro punto a considerar es la mejora en su utilización. Según datos de un estudio de la FAO, un tercio de la producción de alimentos anual para consumo humano se desperdicia. Para atacar este problema se proponen tres variables distintas: desperdicios en producción, en la venta y en el consumo.
Los desperdicios de producción se pueden reducir si se mejoran los métodos de conservación y transporte, así como utilizando mercados locales para ofrecer un producto fresco de manera rápida.
Los desperdicios en venta se pueden utilizar en los Bancos de Alimentos, realizando las mejorar legales correspondientes y estableciendo estímulos fiscales.
Los desperdicios en el consumo se pueden reducir sensibilizando a la sociedad para que haga cocina creativa con estos alimentos, técnicas de conservación, etc.
Los alimentos cotizan en los mercados financieros por lo que sus precios se ven afectados por las decisiones y previsiones que toman los operadores, pero si se aumenta su producción de forma significativa, podrán relajarse las tensiones en precios que llevan viviendo desde 2008. La producción de alimentos en cantidad suficiente es imprescindible para la economía global, pero también, para la economía doméstica.
Artículo publicado en el semanal El Mercantil Valenciano del Levante-EMV por Julio Sixto Iñiguez, Área Financiera y de Formación de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros
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