Al igual que las empresas realizan cada año un presupuesto reflejando los ingresos y gastos que esperan incurrir durante el próximo año, con el fin de planificar sus necesidades, las familias deberían utilizar esta misma herramienta para evitar así problemas de liquidez futura.
Partiendo de los gastos e ingresos de los últimos 12 meses, se puede extraer una situación exacta del origen y destino de los fondos administrados por la unidad familiar. Dicho presupuesto puede acabar con tres resultados: superávit (mayor ingreso que gasto), déficit (mayor gasto que ingreso) y cero (el ingreso es igual a gasto). También deberían incluirse las posibles inversiones, como reparaciones en la vivienda, cambio de coche, etc.
En función del resultado del presupuesto se adoptarán unas medidas u otra, en aras de conseguir una situación equilibrada y para mantener el nivel de vida. Si el resultado de nuestro presupuesto acaba en:
- Déficit: Deberán analizarse vías de ahorro e incrementos de ingresos para equilibrar esta situación.
- Superávit: Se pueden destinar recursos al ahorro para cubrir futuros gastos o invertir en necesidades futuras.
Los conceptos ahorro e inversión, en ocasiones, son confundidos dadas las pequeñas diferencias existentes entre ambos, pero si analizamos las definiciones que da la Real Academia Española para Ahorrar: guardar dinero como previsión para necesidades futuras y, para Invertir: emplear, gastar o colocar un caudal. Se clarifican las diferencias entre ambos.
El ahorro permite actuaciones más rápidas en el tiempo, bien por la eliminación de gastos superfluos, es decir, aquellos que son prescindibles; o por la reducción del resto de gastos. Para ello se realizará un estudio de los gastos que permiten un mayor control. En función de las necesidades de ahorro se actuará primero sobre los gastos superfluos, y posteriormente sobre los gastos corrientes. Existen determinados gastos familiares que, reduciéndolos, generan un ahorro mínimo, pero en cambio suponen un mayor esfuerzo.
La cantidad ahorrada podrá destinarse a cubrir desviaciones existentes, o por otra parte a generar ahorro para las necesidades futuras. Este ahorro se puede canalizar a través de cuentas corrientes o de ahorros, si se pretende recurrir a él en el corto plazo, ya que permiten una total disponibilidad del importe alcanzado y no conllevan riesgo de pérdida de capital. Si, por el contrario, se dispone de una cantidad ahorrada mayor y menos limitaciones en el tiempo, se pueden analizar opciones de inversión, siempre teniendo en cuenta el riesgo de la operación y la rentabilidad de la misma.
Existen productos financieros que, mediante el pequeño ahorro periódico, permiten generar cantidades disponibles en el futuro en función de la evolución del mercado: planes de pensiones, planes individuales de ahorro sistemático, planes de jubilación, fondos de inversión…
Otro aspecto a valorar en ambos casos es la fiscalidad de los rendimientos generados a efectos del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas, ya que algunos de ellos permiten reducir el importe a pagar en la denominada “Factura fiscal”.
La mejor manera de decidir qué alternativa elegir, es realizar un estudio individualizado de la persona o grupo familiar, sus necesidades presentes y las futuras.
Artículo publicado en el semanal El Mercantil Valenciano del Levante-EMV por Julio Sixto, Departamento de Finanzas y Formación de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros
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