El riesgo significa incertidumbre sobre el resultado de alguna acción o situación y puede acarrear miedo, en función del carácter de una persona. Podemos reducir el riesgo financiero utilizando instrumentos de cobertura y siendo responsables, conscientes, y estando preparados. Pero, ¿y en el caso de una nación? ¿Qué significa riesgo país, cuáles son sus consecuencias y cómo reducirlo?
Esta semana la iniciábamos con la noticia de que en España el riesgo país superaba los 350 puntos. Mientras que Italia sobrepasaba los 400 puntos. Unas cifras que no generan credibilidad entre los inversores y superan las recomendaciones de Bruselas. Esto puede afectar a la economía con turbulencias en los mercados, dificultades para financiarse el país, encarecimiento y reducción de créditos, ralentización del consumo, y en consecuencia, incremento del paro y recesión económica. Por tanto, nos afecta a todos.
Según la normativa española de entidades de crédito, el riesgo país, en términos generales, es la probabilidad de que se produzca una pérdida financiera por circunstancias macroeconómicas, políticas o sociales, o por desastres naturales, en una región determinada. Podríamos utilizar como sinónimos, términos como prima de riesgo o diferencial de deuda, siendo el sobreprecio que paga un país para financiarse en los mercados financieros en comparación con otros países. Cuanto mayor es el riesgo de un país, más alta es su prima de riesgo, y más elevado será el tipo de interés de su deuda. Se toma como referencia el bono alemán a 10 años, ya que el país germano dispone de una economía más estable a largo plazo, y por tanto, se considera el más seguro de Europa. El diferencial se expresa en puntos básicos, correspondiendo cada bloque de cien a un 1%.
Aunque ahora no cese de relacionarse el riesgo país con los países periféricos de la Unión Europea. Las crisis de pagos no son algo nuevo, de apreciable repercusión internacional fueron la de México en 1982, que llevó a devaluar su moneda un 42%, o la crisis de Argentina en 2001. Es más, el concepto de riesgo país comenzó a acuñarse con el resurgimiento de la actividad bancaria internacional a gran escala en los años 50 y se introdujo con fuerza en el mundo financiero a partir de la crisis de la deuda latinoamericana de principios de la década de 1980, según se refleja en un estudio del Banco Central Europeo.
El papel de organismos internacionales en la resolución de estas crisis ha sido esencial en la historia reciente. Antes de la creación del Fondo Monetario Internacional era habitual recurrir a la fuerza bélica para resolver los conflictos de impago del crédito. Pero tras la II Guerra Mundial, el FMI ha intervenido en la mayoría de las crisis que han entrañado dificultades de pago de la deuda externa. Sin embargo, la ayuda externa no es suficiente, se necesitan otros cambios a nivel interno.
Si al principio del artículo indicábamos que el riesgo financiero a nivel personal se puede reducir siendo responsables, conscientes, y estando preparados. Estas mismas premisas son aplicables al país. Pero en este caso, es imprescindible también ser coherentes, llevar a cabo un plan de austeridad eficaz, políticas que mejoren la competitividad y, sobre todo, generar confianza como pieza clave en este entramado.
Artículo publicado en el semanal El Mercantil Valenciano del Levante-EMV por Maite Montalt, Departamento de Comunicación y Formación de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros
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